Confiar, sonreír, soltar, observar, saltar, disparar, subir… y bajar.
Una vez más, la fotografía me ha enseñado lo importante que es elegir bien dónde ponemos nuestro enfoque y lo necesario que es muchas veces cambiar de perspectiva en una rutina que nos atrapa.
Tras meses tomando decisiones día sí y día también, y poniendo todo mi alrededor patas arriba… por fin puedo ver cómo las cosas se van ordenando, cómo todo vuelve a estar en su lugar. Y no ha sido hasta hoy cuando me he dado cuenta, a 500 metros de altura sobrevolando la que puedo decir que es mi ciudad, mi pequeño rincón en el mundo.
Volver a volar en globo en Segovia después de casi dos años me ha dado alas, literalmente.
Ahora sé que estoy en el camino correcto, que sigo descubriendo nuevas pasiones y que hay tantas cosas que me remueven dentro que no puedo parar de trabajar, explorar, crecer y seguir. Entiendo por qué, casi sin pensarlo pero no de casualidad, llevo diez años a los pies del Acueducto. Agradezco cada oportunidad que mi esfuerzo me está dando y valoro todo lo que estoy soltando.
Así que sí, después de todo y de tanto… hoy puedo decir que soy un poquito más feliz, más libre y más valiente.
Gracias Voyager Balloons por contar conmigo, por la sonrisa eterna y vuestra mano amiga. Este es el primer paso de un camino precioso.
¡Que comience el viaje!